NO
BORDERS
Sin fronteras
sin retorno...
Sobre la costa del mar caribe colombiano se encuentra el municipio de Turbo. Con temperaturas que oscilan entre los 22 y 35 grados centígrados, a pocos kilómetros de la frontera con Panamá. Desde el 9 de mayo, hasta finales del 2016 sus habitantes acogieron a cientos de cubanos que llegaron persiguiendo un sueño. Su meta: Estados Unidos. El obstáculo: Panamá militarizó la frontera impidiéndoles avanzar.

Yadira Torres y Odelki Hernández, pareja varada en Turbo, Antioquia.
adira es una cubana corpulenta con un rostro de almendra, sobre su piel se mezclan el rojizo dejado por el sol y su tez clara natural; un vestido largo se ajustaba a su imponente figura y a su redondeada panza que revelaba seis meses de gestación. En contraste, su esposo Odeiky es delgado, moreno, su camiseta colgaba de sus hombros, como si aún estuviera en un gancho. Compartían en su expresión cierta pesadez, sus rostros reflejaban intranquilidad. Salieron de Cuba el 2 de noviembre del 2015 con el propósito de llegar a los Estados Unidos. En junio de 2016 se encontraban varados en una bodega de Turbo junto a cientos de cubanos más.
Y
Al caminar por una larga vía, con más huecos que pavimento, se llega al barrio Obrero. Las casitas están amontonadas. Al fondo de la calle se avista el mar oscuro, una bahía, las balsas que descargan madera y el cruce a una última calle embarrada por completo. Al final de esta, ropas coloridas colgaban de improvisadas cuerdas. Sobre baldes o troncos se sentaban los cubanos. Jugaban dominó, conversaban, escuchaban música. Todos se ocupaban para matar el tiempo.
“Hemos hecho un recorrido muy grande… hubo momentos difíciles” recordaba Odeiky cuando hablaba de su travesía hasta Turbo. El primer suelo extranjero que pisaron fue Guyana. Caminaron por dos días. A su alrededor sólo veían selva, sentían la humedad y los acosaban insectos. Así atravesaron hasta Brasil.
La bodega en que se albergaron, propiedad de un comerciante de Turbo, se ofreció en alquiler hasta el 18 de mayo del 2016. Ese día su dueño la puso a disposición de más de 200 migrantes, en su mayoría cubanos.
Colombia es el principal centro de conexión migratoria entre Sur y Centro América. El municipio de Turbo ha sido un punto de paso obligado para migrantes de diversas nacionalidades debido a su cercanía con Panamá. Emélides Muñoz, secretario de gobierno de Turbo, aseguró que “el tema de migrantes es histórico en el municipio”.
A principios de junio de 2016, había más de cuatrocientos migrantes hacinados en una bodega de 240 metros cuadrados. Hileras de colchonetas formaban los espacios por los que se podía caminar dentro de la bodega. Tenían cuerdas con ropa extendida y maletas por todo el lugar. Además, según el gobierno ecuatoriano, en su territorio había alrededor de 5.000 cubanos esperando continuar.
En Brasil, Yadira y Odeiky pensaron que no llegarían lejos. “Estuve cinco días ensuciando solo sangre” recordaba Odeiky. Gracias a la caridad de indígenas brasileños logró recuperarse. Ahí permanecieron casi 8 meses, reuniendo dinero.
La migración irregular va acompañada de un negocio lucrativo e ilegal, el tráfico de personas. Algunos migrantes pagan por ser trasladados, corriendo el riesgo de convertirse en víctimas de “coyotes”, delincuentes que se dedican al tráfico de personas. A menudo, a los migrantes les quitan su dinero y sus pertenencias, después los abandonan en medio de la selva. Son golpeados, violados e incluso son entregados para la trata de personas.
Hay quienes prefieren no arriesgarse. Kelys Alvarez, una morena de labios gruesos y ojos grandes, viajó con sus dos hijos y su madre. “No me sometí a los peligros de la selva, estaba viajando con dos niños pequeños” relataba Kelys. Intentaron establecerse en Ecuador, allí les negaron la visa profesional. Su segunda opción era probar suerte en EEUU. Para llegar a Turbo cruzaron dos países por carretera y de la misma manera planeaban llegar a su destino si no se concretaba un puente aéreo (un acuerdo entre dos gobiernos que facilita el paso de los migrantes, en avión, desde el país en que se encuentran represados hacia el país que los recibe).

Kelys Alvarez Torres, de 29 años, abogada. Juana Lina Torres Dueñas de 53 años, licenciada de Educación especial. Derek Samuel Álvarez Torres,
de 8 meses y Keyler Torrens Alvarez, de 6 años.

El gobierno panameño cerró la
frontera con Colombia el 9 de
mayopara evitar una nueva
oleada de inmigrantes.
Su presidente, Juan Carlos Varela, aseguraba que el país no estaba es condiciones de afrontar el creciente flujo migratorio. La frontera fue militarizada a los ojos de cientos de migrantes. Otros, como Yadira y Odelky, estaban en camino. Se enteraron al llegar a Turbo.
En 2014 se detectó que el 45% de las víctimas de tráfico humano, en Colombia, fueron de nacionalidad cubana. En el paso por Brasil a Yadira y Odeiky les arrebataron todo; es una escena que evitaban mencionar.
En la última década, hasta finales del 2016, el flujo migratorio a través de Colombia se había disparado. En el 2012 el entonces presidente estadounidense Barack Obama anunció sus intenciones de reestablecer las relaciones con Cuba. Fue evidente que eso podría significar la desaparición de los beneficios que cobijaban a los cubanos en Estados Unidos. Ante esa posibilidad, el éxodo cubano se multiplicó. Mientras que en el 2006 se detectaron 43 migrantes irregulares en Colombia, en el 2012 fueron 700 y en el 2015 se llegó a 8.855. Sin embargo, otro gran número de migrantes no fueron detectados por las autoridades.
Mientras la frontera con Panamá funcionaba de manera regular, los migrantes sólo pasaban por Turbo para seguir hacia Capurganá o Sapzurro, su última parada en Colombia.
Al aumentar los migrantes en condición de irregularidad, aumentaron las actividades delictivas a su alrededor. En mayo del 2016 ya se habían reportado 445 casos de migrantes irregulares en la dependencia de Migración Colombia en Turbo. Emélides Muñoz manifestó que su mayor preocupación es la seguridad “Los migrantes son personas vulnerables con la esperanza de llegar a EE.UU. Fáciles de convencer por quienes ofrecen llevarlos a Panamá, Costa Rica o EEUU. Ahí está el peligro, mientras ellos tengan la esperanza, habrá quien les provea el servicio”.
Hasta Turbo, Yadira y Odeiky habían atravesado Guyana, Brasil, Ecuador, Perú y Colombia. No lo creían fácil, pero no lo imaginaban tan difícil. Yadira pensaba que nunca tendría hijos. Es diabética y ha sufrido tres abortos involuntarios. “No podía tener bebés, diosito me lo mandó en el camino” recordaba Yadira mientras acariciaba su panza. En Brasil supo que estaba embarazada, de inmediato fue internada en un hospital. Planeaban que el bebé fuera ciudadano americano, por eso continuaron el viaje. Hasta Ecuador caminaron por el Amazonas, de nuevo enfrentaron la selva con las maletas al hombro. No hubo comida por tres días. Lo pies de Yadira se hinchaban. “Vivimos una experiencia dolorosa, triste. Decirle al grupo: avancen, sigan, que yo no puedo seguir así con ella” relataba Odeiky.
Hacinamientos similares al sufrido
en Turbo,se vivieron en Nicaragua,
Costa Rica y Panamá. Los tres países
terminaron por cerrar sus fronteras,
y negociar puentes aéreos con
México para permitir el tránsito
de los cubanos.
Aylin Gari Cruz, una fotógrafa de 28 años, salió de Cuba el 31 de agosto del 2014. Pensaba radicarse en Ecuador. No logró conseguir la visa profesional y permaneció de manera ilegal por más de un año. Siguió hasta Colombia, vivió y trabajó en Medellín. “Cuando me enteré de que el cuello de botella se había formado acá en Turbo, decidí venirme. Unirme a estos cubanos” cuenta Aylin. Como ella, cientos de migrantes llegaron a Turbo, conociendo la situación de precariedad y hacinamiento que estaban viviendo sus compatriotas, con la esperanza de que el gobierno de Colombia abriera un puente aéreo hacia México.
El grupo de migrantes amontonados en la bodega crecía con los días. Llegaban satisfechos por el avance. Los recibían con aplausos y abrazos. Aunque no se conocían, se comprendían. Durante la crisis Emélides Muñoz, secretario de gobierno de Turbo, dijo “El número de ocupantes de ese albergue provisional ha aumentado de manera importante. Podríamos decir sin temor a equivocarnos que está rondando mil cien personas. El espacio no es suficiente y han ocupado patios de casas vecinas”.
“Simplemente queremos seguir nuestro recorrido. Nada más pedimos eso. Sin embargo, el gobierno colombiano tiene que tomar partido. En Costa Rica sucedió algo parecido y Costa Rica le dio solución. En panamá sucedió, y Panamá le dio solución. En Colombia nos han dejado ahí” comentaba Odeiky mientras se albergaba en Turbo.
“No sólo con golpes se maltrata, aquí nos están maltratando” afirmaba Odeiky. Los mosquitos, el calor que cientos de cuerpos intensificaban y la humedad, fueron algunas condiciones de la bodega que ponían en riesgo la salud de estas personas. En la parte trasera, a metros del lugar en que por semanas prepararon sus alimentos, se pueden ver y oler, tan oscuras como espesas, las aguas residuales estancadas. Un paraíso para la proliferación de mosquitos y roedores.
El gobierno local, bajo la presión de cumplir con la garantía de los derechos humanos del migrante, impulsaba acciones para atender a quienes se albergaban en la bodega. Se conformó un equipo interdisciplinario del Hospital Francisco Valderrama para brindar atención médica. A diario iban al albergue para hacer chequeos de salud e inspeccionar las condiciones de higiene. Dos casos de Malaria fueron identificados y tratados, no hubo propagación.
La alimentación de los migrantes fue asumida por los habitantes de Turbo, sin ayuda del gobierno. La bodega y los enseres de los que dispusieron también hacían parte de las ayudas de los ciudadanos. “La mayoría de nuestros habitantes son víctimas de conflicto armado interno, y entienden qué es vivir en situación de vulnerabilidad” expresó Emélides Muñoz.
A pesar de que los migrantes recibieron una mínima atención médica, un suministro de agua al día a través de Aguas Urabá, y comunicación constante con el secretario de gobierno de Turbo, las condiciones en que estuvieron fueron una violación a sus derechos. En el “principio de coherencia” del CONPES 3603, documento expedido por el gobierno colombiano que regula todas sus políticas migratorias, se establece que el gobierno debe asumir el cubrimiento de las necesidades básicas de los migrantes y tratarlos de manera digna y justa.
“Hicimos cartas, firmamos todos los cubanos. Son para que lleguen al canciller, o al presidente. Sin embargo, las cartas están guardadas” mencionaba Odeiky acerca de las cartas que hicieron para dar a conocer su situación, sin embargo, Emélides Muñoz aseguraba que no había diligenciado la carta debido a que no estaba seguro de que fuese escrita por los cubanos, ya que se la entregó alguien del pueblo.

Ailin Gari, de 28 años, Fotógrafa.

Bodega que sirvió de refugio para los migrantes.
Hasta el 2 de junio de 2016 había 7 niños, 2 mujeres en embarazo, y 23 personas mayores de 50 años durmiendo en la bodega. Según un informe del Hospital Francisco Valderrama, tras una valoración médica, a las dos mujeres gestantes les entregaron multivitamínicos para garantizar la atención integral. En el CONPES 3603 se encuentra el “principio de focalización”, por el cual deben ser atendidas con prioridad las personas vulnerables socialmente, como niños, ancianos y mujeres gestantes.
Cuando Yadira y Odeiky llegaron a Turbo ella alcanzaba los 40° de fiebre. Fue ingresada al hospital de urgencia, pero su ingreso fue tan veloz como su expulsión. Yadira no tenía documentos, no tenía dinero. Consideraba que por eso le negaron la atención. Días después, a causa de su delicada condición, la recibieron de nuevo. Aseguraba que mientras estuvo internada nunca recibió alimentos y tampoco se le permitió ver a su esposo. Decidió pedir el alta voluntaria. Al hacerlo, tomaba total responsabilidad sobre lo que pudiera ocurrir con su salud y la de su bebé. Más adelante fue atendida en el albergue por el equipo interdisciplinario del Hospital Francisco Valderrama.
Kellys Álvarez, llegó al albergue con su madre y sus dos hijos que se encontraban enfermos. El mayor tenía bronquitis. En Turbo lo atendieron, le recetaron antibióticos y otras medicinas. A Samuel, el bebé, se le empezaron a ver puntos rojizos sobre toda la piel. Lloraba, no se calmaba por la comezón. Era sarpullido producido por el cambio brusco de temperatura sumado al calor excesivo en la bodega.
Algunos migrantes que requerían mayor atención médica fueron trasladados a las instalaciones hospitalarias y vueltos al albergue acompañados de un funcionario del equipo encargado de garantizar que el migrante regresara a la bodega.
Los migrantes se pasaban los días en la puerta o en la zona trasera, temían salir y ser capturados por oficiales de Migración Colombia. La posibilidad de ser deportados, perder el dinero que habían gastado, y echar al desperdicio el tiempo y esfuerzo invertidos. Preferían la estrechez de la bodega. “Yo lo llamo un secuestro. Aquí dicen que los cubanos no podemos salir a la calle” denunciaba Odeiky.
Contaban los cubanos que dentro de sus gastos había cierta cantidad para los sobornos. Muchos de ellos comentaban que, en Colombia, al igual que en otros países de Sudamérica como Ecuador, Brasil y Perú, fueron extorsionados por integrantes de la policía.
Cuando un migrante irregular es detectado por Migración Colombia, debe ser llevado a las oficinas de la entidad para iniciar un proceso alrededor de su caso específico. El estado colombiano debe evaluar las razones de la migración; las condiciones bajo las que se realizó; y entre otras cosas, los riesgos que esa persona asumiría si regresa a su país de origen. Al final, se determina si el migrante debe ser aceptado como refugiado en Colombia, o ser repatriado.
Los cubanos que se vararon en Turbo, en su mayoría, ingresaron al país sin reportarse con las autoridades. Los que se reportaron, al ingresar recibieron un documento de libre circulación con una fecha de vencimiento. En general se dan 10 días. Para la mayoría estos documentos ya habían caducado.
Se dice que los cubanos tenían libre movimiento en Turbo. Anthony Cortés, integrante de la veeduría ciudadana del municipio, comentaba: “si un oficial de migración detiene a un migrante en la calle, lo lleva al departamento de migración y le da un documento de deportación”, después no hay acompañamiento o verificación de su salida.

Antoni Cortés, lider comunitario del municipio de Turbo, Antioquia. Colaborador de los migrantes.
Los cubanos aseguraron que un par de ellos salieron a comprar un pañal o una bolsa de leche y no regresaron. Luego se enteraron de que habían sido deportados. Sospechaban que Migración Colombia fue negligente con sus compatriotas y omitió el debido proceso, apelando tan sólo a la irregularidad de su ingreso al país.
Antes del 9 de mayo de 2016, día del cierre de la frontera con Panamá los migrantes salían a través de ella, sin necesidad de comprobar que fuera su lugar de entrada al país. A diario se veían migrantes por las playas de Capurganá y Sapzurro. Anthony Cortés explicaba que eso sucedía porque Migración Colombia no verificaba, la salida del migrante al que le entrega un “salvoconducto” o “documento de deportación”.
Algunos de los cubanos, que no tenían Smartphone ni internet, no hablaron con sus familias en meses. “El único teléfono que existe en Turbo para llamadas internacionales, supuestamente, está al lado de la oficina de migración” manifestaba Odeiky recordando a sus hijas de 12 y 15 años que dejó en Cuba y de las que no sabía hacía más de dos meses. El internet que algunos habitantes de Turbo podían facilitarle era inútil. En Cuba la conexión a Internet es difícil y costosa.
Mientras el salario mínimo ronda entre los 18 y 25 dólares mensuales, una hora de conexión a internet cuesta cerca de 2 dólares. Utilizando todo el dinero de dos meses, un cubano podría conectarse a internet por un día. También hay 35 puntos de conexión en toda la isla, ahí se cobran 7 centavos por la hora. La gente se amontona. La conexión es lenta y se cae con frecuencia.
Las presiones económicas son uno de los principales motivos de emigración. Los cubanos se sienten obstaculizados para progresar. Aun siendo profesionales ven que sus aspiraciones no son realizables en su país. “En Cuba el salario es muy bajo, no tenemos posibilidad de ahorrar” comentaba Juana Lina Torres, la madre de Kellys. Ella vendió su casa y todo lo que tenía en Cuba para reunirse con su hija en Ecuador. Desde el 2011 que se levantó la prohibición de compraventa de casas en Cuba, los precios y el mercado inmobiliario crecieron de forma acelerada.
Las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos han sido conflictivas desde la revolución cubana de 1959, cuando el gobierno de Cuba expropió las compañías y propiedades que pertenecían a estadounidenses. Un año después EEUU levantó un bloqueo comercial contra Cuba.
Don Ignacio Leal un hombre de piel clara y de 56 años, a quien lo identifican sus cejas y bigote espesos, comentaba: “Los cubanos tenemos una ventaja sobre los demás, el pueblo norteamericano nos espera con los brazos abiertos”.
Desde 1966 todo cubano que llegue a EEUU sin importar cómo; se le permite estar en el país bajo palabra; se le otorga un seguro social, y un permiso de trabajo que puede tardar varios meses. Así, esperan a que pase un año y un día para ser beneficiados por la “Ley de Ajuste Cubano”, y solicitar su residencia permanente.

Ignacio jesús Leal Arias, 56 años, Ingeniero marino.
La semana que siguió a la militarización de la frontera, en las calles de Turbo dormían cubanos, nepalís, africanos, haitianos y demás. Al cabo de unos días quedaron los cubanos y un par de otras nacionalidades. El resto decidió aventurarse en la selva del Darién; la alternativa que ofrecían los “coyotes”.
Antes de irse, los migrantes compartieron sus números de WhatsApp y crearon un grupo para mantener el contacto entre los que se quedaban y los que partían. Al grupo lo llamaron “No Borders”, en inglés porque es el idioma que para ellos simboliza la libertad, el idioma del país al que sueñan llegar y pertenecer.
Algunos migrantes escribieron desde Panamá y Costa Rica. En los mensajes, quienes pasaron mencionaban que es el trayecto más difícil que han hecho, debido a las piedras, montañas, y ríos que atravesaron. Uno de los migrantes relataba que caminaron por casi siete días en medio de la selva, durmiendo en cualquier lugar y con escasa comida. En el chat les recomendaron a los cubanos que no tomaran esa ruta, porque tenían niños y personas mayores que no la resistirían. Una historia sobresale en los mensajes: dice que seis personas murieron ahogadas intentando cruzar un río, entre ellos un niño de dos años, iba con su padre, ambos fueron arrastrados por la corriente.
“Muchos han llegado a su sueño americano, pero muchos han tenido que pagar el sueño con su propia vida. Eso es lo que estos cubanos que estamos en Colombia no queremos hacer” comentaba Aylin Gari Cruz.
Los cubanos varados en Turbo, aseguraban que su derecho a salir libremente de cualquier país, establecido en el pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, estaba siendo vulnerado al no poder salir por la frontera con Panamá. Sin embargo, la misma ley asegura que ese derecho puede “ser objeto de restricciones cuando se hallen previstas en la ley, sean necesarias para proteger la seguridad nacional, el orden público…”.
El efecto dominó en el cierre de las fronteras de Nicaragua, Costa Rica y Panamá fue ocasionado debido a que el flujo migratorio les representa un problema de orden público y seguridad social. Estos países tenían el derecho de cerrar sus fronteras. A pesar de ello, las demás fronteras de Colombia seguían abiertas; así el derecho de los migrantes a salir del país estaba garantizado.
Las condiciones de hacinamiento en las que se encontraban los cubanos en Turbo, las dificultades para rendir la comida que los ciudadanos les donaban y el agua que les brindaba el municipio, estaban llegando a su límite. Era una situación que no podía sostenerse por mucho más tiempo. Las garantías de condiciones mínimas de vida digna para estos migrantes, eran cada vez más vulneradas. Por eso el gobierno colombiano en cabeza del presidente Juan Manuel Santos y la canciller María Ángela Holguín amenazaron con realizar una deportación masiva de los migrantes que se encontraban en Turbo si no definían su situación migratoria, algunos cubanos se acogieron a la deportación que hizo el gobierno el 10 de agosto de 2016, sin embargo, muchos otros siguieron la ruta hacía Estados Unidos con un salvoconducto que el gobierno les otorgó para que pudieran salir del país.